La empatía no es simpatía
La empatía parte de la base de ‘ponerse en el lugar del otro‘. Para ello, se necesita perspectiva, no emitir juicios, reconocer las emociones de esa otra persona y hacerle ver que sabemos que está experimentando esas emociones, sin juicios.
La empatía exige sensibilidad, porque entramos en el espacio de las emociones de otro. En el momento en que atravesamos ese umbral, seremos empáticos si le prestamos apoyo, si le hacemos ver que le comprendemos y le queremos y si le escuchamos. Es simple. Pero, a la vez, extraordinariamente difícil en una sociedad dada a emitir juicios, dar consejos gratuitos y opiniones que no se han pedido.
Ante una persona que descubre sus emociones, la simpatía quizás está de más. La simpatía tiende a frivolizar, no conecta con la persona, no reconoce sus emociones y (aunque lo pretenda) no le está sirviendo de ayuda. A veces, el simpático intenta ayudar haciendo ver que lo que sucede "no es para tanto" quitándole importancia, añadiendo gracia a las expresiones,…
La enorme diferencia entre ‘simpatía’ y ‘empatía’ estriba en la capacidad de escucha y de comprensión. Ante una persona que está comenzando a descubrir sus emociones, el simpático basa su acercamiento en la falta de escucha, en oírse a sí mismo, en no comprender; sin embargo, la persona empática se acerca, escucha, comprende y no juzga. Y todo eso, el acercamiento, la comprensión, la escucha y evitar juzgar ayuda a ‘conectar’, que es la clave de la empatía.
Este vídeo puede darte claves.
Fuente: Psicología y coaching
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